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No necesita hablar para expresar sus sentimientos. Este jueves por ejemplo, en pleno coliseo de la Universidad del Tolima se distinguió por la fiereza con que fue a cada balón, la determinación para bloquear a las rivales y también por sus gestos hacia los árbitros. La número 7 de Nariño en el baloncesto auditivo de los Paranacionales no pasa desapercibida.
Es la persona más llamativa, agradable y simpática cuando cada mañana aparece en el escenario. Allí conduce su silla de ruedas y saluda con amplia sonrisa a quien se le cruza en el camino. Habla con un español entrecortado, resultado de su origen isleño y su paso por el baloncesto profesional de los Estados Unidos.
Los jugadores de baloncesto de la delegación del Valle del Cauca aparte de deportistas hacen las veces de escoltas. Durante los entrenamientos, en partidos oficiales y hasta en las pocas horas de descanso y ocio acompañan como ángeles de la guarda a uno de sus tesoros más preciados.