diciembre 05, 2023
Armenia, 5 de diciembre de 2023. “Mamá, tú eres fuerte”. Esas son las palabras que se escuchan en el Centro de Convenciones de Armenia, cuando la atleta de para powerlifting, Gladis Sánchez se sube sobre el banco de press, a representar a Bogotá, en la categoría hasta 73kg. “Tú puedes”, son las que le siguen. La voz es suave y ligera, como una melodía tierna que acaricia el aire, llena de inocencia y alegría. Es la de Andrea Anacona Sánchez, su hija de seis años.
Es la segunda vez en su vida, que Andrea Anacona acompaña a su mamá en competencia. La primera vez que lo hizo fue cuando tenía tan solo dos años, en los Juegos Paranacionales, que se disputaron en Bolívar. Cuatro años después, con un poco más de conocimiento en el para powerlifting, le da ánimo a su mamá, sigue detenidamente cada movimiento con los ojos, imita los sonidos guturales que Gladis Sánchez resopla antes de hacer un levantamiento. Toda su energía está con ella, en cada intento, en cada esfuerzo, en cada paso que da.
Tanta es la emoción que no demora en convertirse en el centro de atención, su voz predomina en el escenario. “Estoy muy alegre porque a mi mamá le fue bien”, dice con su voz dulce. “Me siento orgullosa de la medalla que logró”, añade mientras el oro que ganó Gladis Sánchez cuelga en su cuello, como un símbolo tangible de la perseverancia que se convierte en un brillante testimonio de habilidad, sacrificio y determinación de su mamá. Y ella la porta con orgullo.
“Es mi motor, mi inspiración, mi tranquilidad”, dice Sánchez mientras la mira con ternura. Su hija se convierte en una nota vibrante que compone una melodía única, llena de armonía y profundidad. Su presencia es como un jardín floreciente que colorea y enriquece el paisaje de su vida, haciendo que cada día sea una obra maestra en constante evolución. “Escucho su voz cuando voy a hacer el movimiento y esas palabras de aliento, me llenan de alegría”, añade.
Para Gladis Sánchez estos son sus terceros Juegos Paranacionales. En los últimos dos participó en la categoría hasta 63kg y en ambos se quedó con la medalla de oro. Tanto en Bolívar como en el Eje Cafetero su registro fue de 90kg. Su carrera ha sido longeva. En 2006 dio sus primeros pasos en el para powerlifting y aunque ha tenido muchos altibajos, se mantiene fuerte, demostrando que esa mujer, que se convirtió en una de las primeras en practicar este deporte para personas con discapacidad en el país, fue el faro para que muchas más llegaran y encontraran en él una herramienta para transformar sus vidas.
Ahora, ese ejemplo se lo transmite, también, a su hija. “Le he recalcado que la discapacidad no es un impedimento para nadie. Tener una condición diferente no significa que no se pueda hacer nada. Somos muy fuertes, independientemente de que tengamos una discapacidad”, dice la pesista, quien vuelve a mirar a su hija con una sonrisa, mientras ella gesticula y asiente con la cabeza. Toda esa enseñanza se ve reflejada en lo que es Andrea Anacona, extrovertida, feliz y conversadora.
Así alienta a su mamá, así le manda besos mientras recibe la medalla, así se roba las miradas de las personas que asisten al evento. Ella, la más orgullosa, la más feliz de ver a su mamá subirse a lo más alto del podio, la acompaña de corazón y la alienta con el alma. El amor puro que solo un hijo puede brindar.
